Japón da un paso legal hacia la abdicación del emperador Akihito.


Tokio (AFP) – Japón dio un paso legal hacia la primera abdicación de un emperador en los últimos 200 años, al avalar este viernes un proyecto de ley especial que sólo será válido para el actual monarca Akihito.

El texto será presentado rápidamente ante una comisión del Parlamento y se espera que el plenario de la cámara lo apruebe con un voto definitivo durante la actual sesión.

Akihito, quien sucedió a su padre, Hirohito, dio a entender el año pasado su deseo de abdicar. El soberano, de 83 años, teme que la vejez le impida en el futuro ejercer de forma plena su papel de “símbolo de la Nación”.

El príncipe heredero de Japón, Naruhito, sugirió en febrero que está dispuesto a asumir las funciones de su padre.

Sin embargo, en virtud de la ley por la que se rige la Casa Imperial, el emperador de Japón no está autorizado a abandonar el trono en vida.

No se espera una abdicación hasta por lo menos finales de 2018, según la prensa japonesa.

Si todo se desarrolla como está previsto, Akihito cedería a su hijo el trono del Crisantemo a principios de 2019.

Los elementos del proyecto de ley divulgados por el portavoz gubernamental indican que “la abdicación debe ocurrir en una fecha fijada por decreto, en un plazo no superior a los 3 años después de su promulgación”.

Un calendario demasiado ajustado pondría en dificultades a las administraciones y los fabricantes de agendas y calendarios. Japón no solo se maneja con el calendario occidental, sino también -para los documentos administrativos y profesionales- en años de la era imperial.

La era de Akihito, iniciada en enero de 1989, inmediatamente después del fallecimiento de su padre, Hirohito, es la era Heisei (‘Consolidación de la paz’), que se encuentra en su 29º año.

La de su sucesor llevará otro nombre, que deberá ser definido asegurándose de que no exista precedente idéntico o sinónimo en Japón ni en ningún otro país, un trabajo gigantesco, según los expertos.

La ley menciona la denominación de Akihito y de su esposa, Michiko, una vez que hayan abdicado. Según los medios japoneses, serán designados en japonés con expresiones equivalentes a “emperador jubilado” y “emperatriz jubilada”.

Por el contrario, el proyecto de ley no evoca el hecho de que el embajador haya dejado filtrar en agosto pasado su intención de renunciar al trono en vida, dado que la Constitución prohíbe al monarca pronunciar palabras que conduzcan a una acción política.

– Caja de Pandora –

La forma en que había manifestado sus inquietudes sobre sus capacidades para asumir el papel fue interpretada como una voluntad de ser despojado de sus pesadas tareas: firmar miles de documentos, asistir a decenas de celebraciones y realizar varios viajes por año.

Simultáneamente, el emperador dio a entender que el sistema de regencia, existente en la ley actual que rige a la Casa imperial no le es útil porque mantendría el título de soberano sin poder cumplir las funciones.

Consciente de su importancia para los ciudadanos, es partidario de que el emperador lo sea o no por completo.

El verano pasado, inmediatamente después de la difusión del mensaje por televisión en el que Akihito manifestó inquietudes vinculadas con la vejez, el primer ministro, Shinzo Abe, había dicho tomarse “en serio esas palabras y desear un debate sereno” sobre la delicada cuestión.

Había entonces instaurado una comisión de personalidades cuyas recomendaciones se vieron reflejadas en el actual proyecto de ley.

Según varias encuestas, el 90% de los japoneses considera necesario autorizar al emperador a abdicar.

La existencia de esta ley especial no cambia el hecho de que la regla fundamental siga siendo la legislación de la Casa imperial, que establece los derechos y deberes del emperador y su familia.

Contrariamente a una parte de la oposición y de los constitucionalistas, los allegados de Abe, miembros del Partido liberal-demócrata que preside, siempre respaldaron la idea de una ley de excepción, para no abrir una “caja de Pandora” al rever la “ley de la Casa imperial”.

Los nacionalistas quieren efectivamente evitar que se ponga en tela de juicio el sistema de transmisión por la vía masculina.

Aún en caso de que la hija del emperador tenga un varón, este último ni figuraría en el orden de sucesión del trono, como tampoco las hijas de los príncipes.

Esa exigencia, sumada al hecho de que la familia imperial se reduce cada vez que uno de sus miembros fallece o que una hija se casa con un plebeyo y por lo tanto sale de la familia, hace temer una interrupción de la dinastía más antigua del mundo en las próximas décadas.



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